De pequeño jamás utilicé ningún
tipo de gorro, eso sí, siempre fui un niño de overalls con forma de ratón, seguro
luego haré remembranzas de esa época tan ridículamente humillante de mi vida.
Hoy ya de grande, días en los que me siento muy adulto desenvolviéndome en la aburrida
independencia de la vida, uso gorro, y uno bastante peculiar.
No lo uso por moda, ni tampoco porque
no haya superado aún mi etapa de pseudo japonés, en la que me gasté varios
meses aprendiendo caracteres incomprensibles de la tierra del sol naciente, de
los cuales ahora no recuerdo ni uno; los uso porque gracias a que la evolución
humana lejos de ser perfecta como aseguran algunos, a mí me ha jugado algunas
bromas de mal gusto, regalándome en estos últimos años problemas de alergias y
sinusitis crónicas, achuuuuuú!, como odio este clima.
Luego de saborear los efectos
colaterales de todos los medicamentos que he podido probar, he de confesar alucinantemente
deliciosos, y de haber experimentar como todo tal cual curandero de las
Amazonas con varios remedios sacados de la botica de la abuela, me di por
vencido; no puedo mentir, la verdad es que he mejorado bastante y hasta el día de hoy he encontrado un
medicamento que me ha servido mucho, pero sumado a ello estoy realizando lo que
yo llamo: “Experimento G.C.L.A.Y.L.S.”. De momento vamos por buen camino.
Hace un buen tiempo una colega y buena
amiga, apasionada de todo lo alienígena, me regalo un gorro bastante, digamos, diferente, sí una
versión de zombie-monstruo estilo caricatura japonesa de Cartoon Network (no me
hagan caso, no sé ni que estoy diciendo), pues eso, que el susodicho es un
gorro bastante peculiar con un ojo salido y una risa de dientes chimuelos. Me
gusta, claro que me gusta, y más porque soy amante de las cosas extrañas y
peculiares, lo uso, eso sí en la intimidad de mi dormitorio. Y es que no sé
donde o a quien escuché decir un día, que dormir con gorro ayudaba mucho para
los problemas de sinusitis e inflamaciones de los senos paranasales, -¡Eso
tengo que probarlo!- me dije recordando que tenía un gorro guardado que me mira
cada vez abro las puertas de mi closet. Y heme aquí cada noche disfrazado de
otaku.
De momento seguiré con esta moda
suburbana en plan cosplay, utilizándolo cada vez que me vaya a la cama, en un
intento desesperado de sobrevivir a esta tortura de estornudar a cien por
minuto.
(G.C.L.A.Y.L.S / Gorro Contra La
Alergia Y La Sinusitis).
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