-“Francisco es bien
serio, se ve bien enojado”- cito textualmente lo que mencionó el otro día una de mis compañeras de cubículo del trabajo. Luego de haberse roto el silencio con tal aseveración no me quedó
otra que unirme al efecto dominó
de risas de mis compañeros a mi alrededor, -¿Cómo me has dicho?, ¡Qué soy amargado!- JAJAJAJAJA entoné satíricamente en ese momento. Dicen que
alcanzas la adultez y cierto grado de madurez cuando logras reírte de ti mismo, y quizá es cierto, porque
hasta la fecha me sigue causando gracia este episodio.
Creo que tendré que
inscribirme a un curso rápido de relaciones públicas, para
quitarme esta fachada de chico migraña
y quizá eso
resuelva la percepción que muchos tienen
sobre mí. Sí lo acepto, sé que soy culpable de
ser súper concentrado en mi
trabajo, de la manía de querer hacer
todo bien y de ir a mis aires siempre. Por años he venido perfeccionando el arte de la disciplina, una virtud que
desde pequeño he maquinado en
muchos aspectos de mi vida, y digo algunos, porque en el departamento de la
educación física y deportes no más no ha surtido efecto alguno, pero eso es
tela para otro post y muy largo de contar. Pero no se fíen debajo de ese semblante de hombre sin sonrisa con mirada de Clint Eastwood viendo al monitor de la computadora, hay alguien que guarda muchas sorpresas.
Generalmente suelo pasar muy serio mientras trabajo, y es que la verdad estoy en un mundo donde el estrés está
a la orden del día y es inevitable no tener mi cara de WTF cada vez que tengo una
asignación que tiene que ser
entregada a la velocidad de la luz con indicaciones indescifrables; a lo mejor tiene también mucho que ver que cada día me hago más viejo y veo la vida desde el balcón de: “Tengo tantas cosas
que pagar”… A
trabajar se ha dicho.
Hoy en día puedo decir que estoy en proceso de rehabilitación de las amarguras diarias, “They tried to make me go to rehab but I
said, no, no, no”, sí eso mismo, que con el
paso de los años he estado
aprendiendo que la vida son dos días
para estarse estresando más
de la cuenta y que hay que reírse
hasta de uno mismo. Al menos sé, que ahora aunque tenga constantes recaídas y cortos circuitos estoy en el camino del “Yo lo intento”. Pero sea como sea, no se crean, detrás de este chico serio que siempre viste de gris hay un ángel dulce como la miel. Ehhhhhhhh ¿O será de cianuro?.
:)
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